Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con una maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un lienzo en https://darrenexqm505612.imblogs.net/88142149/el-mundo-recuerda-el-cabezazo-de-zidane